Antología poética de Chicho Sánchez Ferlosio
(Selección de José Luis de la Vega)
Gallo rojo, gallo negro
Cuando canta el gallo negro
es que ya se acaba el día,
cuando canta el gallo negro
es que ya se acaba el día,
si cantara el gallo rojo
otro gallo cantaría.
Ay
si es que yo miento
que el cantar que yo canto
lo borre el viento,
ay
qué desencanto
si me borrara el viento
lo que yo canto.
Se encontraron en la arena
los dos gallos frente a frente,
se encontraron en la arena
los dos gallos frente a frente,
el gallo negro era grande
pero el rojo era valiente,
el gallo negro era grande
pero el rojo era valiente.
Ay
si es que yo miento
que el cantar que yo canto
lo borre el viento,
ay
qué desencanto
si me borrara el viento
lo que yo canto.
Se miraron cara a cara
y atacó el negro primero,
se miraron cara a cara
y atacó el negro primero,
el gallo rojo es valiente
pero el negro es traicionero,
el gallo rojo es valiente
pero el negro es traicionero.
Ay
si es que yo miento
que el cantar que yo canto
lo borre el viento,
ay
qué desencanto
si me borrara el viento
lo que yo canto.
Gallo negro, gallo negro,
gallo negro te lo advierto,
gallo negro, gallo negro,
gallo negro te lo advierto,
no se rinde un gallo rojo
más que cuando está ya muerto,
no se rinde un gallo rojo
más que cuando está ya muerto.
Ay
si es que yo miento
que el cantar que yo canto
lo borre el viento,
ay
que desencanto
si me borrara el viento
lo que yo canto.
El ser
Dices que buscas, que buscas,
dices que buscas el ser,
cuando lo encuentres le dices
que yo estoy en contra de él.
Ni el propio San Antonio lo encontrará,
lo que no se ha perdido no se hallará,
¿qué será el ser?
Buscas el ser por lo alto,
tan alto que yo me temo
que el ser que tú andas buscando
debe ser el ser supremo.
Una vez que lo encuentres habláis los dos,
No os aclararéis mucho ni tú ni dios,
¿qué será el ser?
No preguntes por el hombre,
Menos por la alienación,
que la pregunta pregunte
su propia interrogación.
Y ya que preguntamos, preguntaré
por qué no te preguntas este por qué:
¿qué será el ser?
Preguntar la realidad
sin intentar transformarla
eso es pasar por la vida
sin romperla ni mancharla.
Hay quien sigue caminos que son igual
que el del sol cuando pasa por el cristal,
¿qué será el ser?
¿Qué es el ser, qué es el ser, qué es el
ser qué es el ser, qué es el ser,
qué es el ser, qué es el ser, qué es el
ser, qué es el ser, qué es el ser?
¿Qué es el ser, qué es el ser, qué es el ser? El ser.
¿Qué es el ser, qué es el ser, qué es el ser? El ser.
Eso es el ser.
Sol antiguo
Sol antiguo, sol perdido,
bajo ese sol, agua de río.
Sol de invierno, sol lejano,
bajo ese sol, limón cortado.
Sol del norte, sol ficticio,
bajo ese sol, corazón frío.
Sol de eclipse, sol extraño,
bajo ese sol, ojos cerrados.
Sol de tarde, sol caído
bajo ese sol, cuerpo vacío.
Sol futuro, sol helado,
bajo ese sol, agua de lago.
El moro judío
Yo soy un moro judío
que vive con los cristianos,
no sé qué Dios es el mío
ni cuáles son mis hermanos.
(No sé si hay algo que decir aún…)
No sé si hay algo que decir aún:
la cabra tira al monte, el pez al agua.
Todo gira y oscila sin sentido
bajo el signo del ruido y la locura.
¿Quién puede asegurar que en su camino
no se encuentra un obstáculo insalvable
que cierre para siempre el horizonte?
Un caballo, una flor, el sol, la niebla,
tal vez no existan en el mundo mío
si en mis ojos no mora su figura.
Ayer supe que tienes un amante:
chaqueta gris, zapatos sin cordones,
un coche estacionado en doble fila,
una copa en la mano y una esposa
que oculta en otra parte su amargura.
La noche se reparte por las calles
y un extraño minuto de silencio
acompaña al crepúsculo en mi barrio.
Empieza el juego: mira bien tus cartas,
no dejes que te tomen la medida,
procura aprovechar la buena racha
combinando la astucia y el valor.
“Si no puedes batir a tu adversario
únete a él.” ¡Qué idea más absurda!
oye más bien la idea que te asegura
que en el huerto agridulce de la vida
hay un árbol eterno a cuyo pie
un letrero de signos misteriosos
resume la razón del universo
en una sola fórmula ilegible.
Yo no tengo la culpa de querer
una copa en la mano y una esposa
chaqueta gris, zapatos sin cordones
y un extraño minuto de silencio
bajo el signo del ruido y la locura.
Una casa en el campo, no muy lejos
del sitio aquel que aguarda tu presencia
donde sabes que suenan flautas dulces
y entre verde hojarasca resplandecen
las blancas manos con que tú me abrazas.
(Bebe despacio esta noche en mi casa…)
Bebe despacio esta noche en mi casa
ponte ahora la túnica amarilla:
dátiles verdes te daré por besos
despierta ahora de la casa aquélla
y ven conmigo al río, charlaremos
y yo te contaré de mi pasado
cromos antiguos y fugaz infancia.
Entretanto, los años van pasando
bajo el signo del ruido y la locura.
Un caballo, una flor, la niebla, nada
me saca de mi atroz melancolía
como si el tiempo fuera de cristal
y todos los sucesos de la historia
se juntaran, inmóviles y eternos
en una sola forma omnipresente.
Los egipcios, los chinos, la destreza
con que entonces se amaba o se mataba,
su dominio del fuego y los metales
los príncipes, los súbditos, las víctimas,
que engalanan el triunfo de los dioses
con las joyas ardientes de sus pechos,
los poblachos perdidos, las cavernas
donde cientos de siglos permanecen
ordenados en capas de basura
de amor, de muerte, de razón, de olvido.
Pero el alma no sabe resignarse:
es preciso buscar entre las sombras
los lazos que nos unen con la vida
o poner de una vez en la balanza
lo que gozamos y lo que sufrimos,
lo que queremos y lo que podemos,
lo que esperamos y lo que tenemos,
lo que pensamos y lo que sentimos,
y acatar con valor el veredicto.
Que se apaguen el sol y las estrellas,
que el tiempo se detenga, y que la nada
impere por doquier indiscutida.
(Así quiero seguir…)
Así quiero seguir, en mi forma incompleta,
un oscuro cantor y aprendiz de poeta,
Perogrullo inventor, Perogrullo profeta,
filósofo irreal a quien nadie respeta.
¿Para qué definir a quién no se define?
A fuerza de no ser, no he sido ni en el cine.
Pero al poder del mundo no esperéis que me incline
mientras el cuerpo aguante y el cuento no termine.
Hoy no me levanto yo
Una cosa hay bien segura:
hoy no me levanto yo;
tengo sábanas y mantas,
buena almohada y buen colchón,
tengo tabaco y cerillas
y buena imaginación,
y aquí en la cama he llegado
a la clara conclusión
de que, pase lo que pase
hoy no me levanto yo.
Cerca ya de mediodía
entran en mi habitación
mi mujer y mi cuñada
y mi hija la mayor
y mi suegra con su hermana
que está aquí ahora de pensión
y confirma mi designio
constatar su irritación
cada vez que les repito
que hoy no me levanto yo.
Hablando todas a un tiempo
reclaman una razón.
No siento molestia alguna
ni tampoco desazón,
no me ha despertado el niño
he dormido de un tirón,
digerí bien la fabada,
pesadillas, no, señor,
pero aquí estoy en la gloria
y hoy no me levanto yo.
Mi mujer me amonestaba
con paciencia y con amor,
mi suegra más duramente,
mi hija desapareció
y me trajo un té con leche
y unas lonchas de jamón;
yo me tome el té con leche,
me arrellané y dije: no
dejarme por imposible
que hoy no me levanto yo.
Por fin les dije: aunque vengan
gobierno y oposición,
la televisión y prensa
y el cabildo en procesión,
policías y alguaciles
que mande gobernación
y los propios comunistas
me envíen su excomunión
aunque vengan dios y el diablo
hoy no me levanto yo.
Hoy se nace con el sino
de actuar por actuar,
la gente anda arrebatada
y no se para a pensar
que hay veces que el levantarse
se lo puede uno saltar
y aunque a nadie le haga falta
allí te vienen a hurgar,
pues por mí que canten misa,
no me pienso levantar.