El reflejo de mi rostro en el agua
El silencio de esta mañana de agosto crece con la luz
hasta que los clamores de las gaviotas y las risas infantiles
me recuerdan que la vida continúa más allá de este apartamento
donde sueño con un pasado que reconstruyo a mi antojo
para que los momentos más insoportables se desvanezcan
tras las fronteras del dolor
ahora que la cuenta regresiva me obliga a un testamento
allí donde el amor en todas sus formas
se convierte en cuadros, libros, discos, fotografías antiguas
o el refugio de una gitana que escapa a su soledad
para observar los mismos gestos
en desconocidos que repiten el eterno ciclo de pasión y olvido.
El minúsculo peso de una paloma puede agitar una rama
de la misma forma que mi anónimo pasaje por estas costas
habrá creado efímeros círculos concéntricos en el océano
de los cuales no quedará ni siquiera
el reflejo de mi rostro en el agua.
Ingrid Tempel
Lejos
A Ramón Caro
Padres y hermanos:
La luna ha ido dejando en nuestra piel
el tiempo de dos añoscomo una lluvia fina.
Nada os puedo decir sobre esta tierra
que no os imaginarais junto a mí
antes de mi partida,
aunque nada es exactamente igual:
el trazado casual de las ciudades,
la magia en la cadencia de la lengua,
los templos y los ritos,
las montañas que velan en la noche
y sus senderos,
la luz de los trigales.
Fue muy lar
go el camino para llegar aquí,
y son largos los días
lejos de vuestro techo.
También lo habíamos previsto:
gestos desconfiados, la intemperie,
cada día aprender esta existencia
tan extraña a la nuestra,
las sombras de la noche en soledad,
vuestra memoria,
el rumor insistente de las dudas.
Al alba, sin embargo,
sigo escuchando en mí
la razón que me impuso el exilio
y el nombre del país que me llamó en un sueño.
En realidad, no importa
la aridez o abundancia de esta patria
que me ha dado el destino.
Sabéis como yo sé
que mi vida está inscrita en sus parajes.
Mis ojos extranjeros
no pueden ya mirar otro horizonte.
Víctor del Moral
febrero - abril 2009
Remembra
Habrá un día, seique, nel qu’escaeceremos
nes manes el tiempu de la vida.
Y escaeceremos tamién toles variedaes de mazana
y los antiguos dioses de les cumes y borrines.
Escaeceremos la grandura de les chimenees afumando al cielu,
y les formes de mayar la escanda.
Escaeceremos esi rinchar reciu del carru paisanu,
el ruxir de la mina nel valle.
Escaecermos l’arrecendor de la fogaza,
el golor de la seronda roxiza,
el ritmu máxicu y sele de les marees,
el tastu tenru del cuayu y el del dulce d’obrador.
Escaeceremos los nomes de los regatos,
de los picos y fontielles.
Escaeceremos les alfayes necesaries
pa soldar a xeitu un barcu.
Escaeceremos cómo se pañen les amasueles na playa
y cómo se pinta esactamente un horru.
Escaeceremos los collores del fueu de la fárbica na nueche,
el mugor de la rosada nes mañanes d’hibiernu,
les recetes deprendíes de la güela,
los carreros secretos del salmón,
les caleyes qu’encaneyen a la casa.
Escaeceremos los xuegos y cancios d’infancia,
el versu sonsoneru de la Danza.
Escaeceremos los años arrequexaos de la memoria.
Escaeceremos la tollura esa de glayar a los peñascos
y los ecos del to nome nes montañes.
Escaeceremos les milenta maneres de soltar un ixuxú,
de dicir la patria.
Xaviel Vilareyo
Recuerda
Habrá un día, quizás, en el que olvidaremos
en las manos el tiempo de la vida.
Y olvidaremos también todas las variedades de manzana
y los antiguos dioses de las cumbres y neblinas.
Olvidaremos la grandiosidad de las chimeneas ahumando al cielo,
y las formas de machacar el cereal.
Olvidaremos ese chirriar recio del carro del país,
el rugir de la mina en el valle.
Olvidaremos el aroma de la hogaza,
el olor del otoño rojizo,
el ritmo mágico y tranquilo de las mareas,
el sabor tierno de la cuajada y el del dulce de obrador.
Olvidaremos los nombres de los arroyos,
de los picos y manantiales.
Olvidaremos los utensilios necesarios
para soldar correctamente un barco.
Olvidaremos cómo se recogen las almejas en la playa
y cómo se pinta exactamente un hórreo.
Olvidaremos los colores del fuego de la fábrica en la noche,
la humedad del rocío en las mañanas de invierno,l
as recetas aprendidas de la abuela,
las estelas secretas del salmón,
las veredas que encaminan a la casa.
Olvidaremos los juegos y cánticos de infancia,
el verso resonante de la Danza.
Olvidaremos los años arrinconados de la memoria.
Olvidaremos la locura esa de chillar a los peñascos
y los ecos de tu nombre en las montañas.
Olvidaremos las mil maneras de lanzar un grito al aire,
de decir la patria.
Xaviel Vilareyo
(Traducción del autor)
Tríptico
Aquella nube
no sabe adónde ir.
Desasosiego.
* * *
Noche y silencio.
Negra nada que azuza
al alma sola.
* * *
Cielo de grises
y rumor de lluvias.
Melancolía.
Luis Valdesueiro
El sueño de la pluma
A veces, en la noche, cuando todo se duerme,
yo permanezco insomne buscando en mis entrañas
la conciencia anhelante de un origen sin fin;
oteo el firmamento y escucho su rumor
semejante al del pálpito de un corazón sublime
en busca de un buen dios al que dignificar.
Las estrellas son luces rupestres en el cielo
y su caverna constelada brilla
como un lago sereno fruncido de diamantes.
La súbita armonía me otorga lasitud.
Entonces siento el gozo de una lluvia interior
que me libera el alma de todo sufrimiento
y aproxima mis ojos a la clarividencia.
Siento que ese diluvio de olvidos y deleites
me revela que estoy hecho de estrellas,
de sílices y pájaros, y saurios ancestrales,
que el espacio y el tiempo son solamente una
constelación perenne renaciendo en mi ser
y soy el magma fósil de la inmortalidad.
Sortilegio o relámpago, estalla el infinito
en una íntima hoguera. Y en medio de la noche,
como un viaje dormido desde el fin al origen,
se funde el universo en una gota
de luz impenetrable que fluye hasta mi pluma.
Y sólo existe cuanto dejo escrito.
Antonio Gracia
Y qué si eres el mismo centauro que se entrega al pequeño tributo
del aroma perenne.
Si sólo por ser lo que eres floreces junto a la boca austral,
como si lloraran las estrellas
como si el tránsito supiera de las evasivas.
Que sólo somos peregrinos.
Carolina Massola
Toda la vida...
Toda la vida necesitaste
para amar cuanto ignoras.
Sin lugar ni horizonte ahora estás,
pero en tu verdad redimido
cultivas silencioso y humilde
las plantas que se abren
al sol de un espacio
borrado antes de nacer.
No es tuya la luz de tus ojos
sino el humo destilado
de cuantos en su mirada te recibieron
sin mapas ni fronteras.
Y cuando hablas,
sabes
que esa íntima lunación solitaria
que te acompaña
tampoco es tuya,
sino el olvidado sueño de los otros
dentro de ti.
En todos los caminos que elegiste
hay una señal de cántico o de tristeza
exhalada por labios sin nombre,
claros en su ofrecido misterio,
en su anunciación destemplados.
Toda la vida fue necesaria
para amar cuanto no hiciste,
y reunir así distancias y rostros
alabando en ellos
el astro de su amanecer.
Mientras en tu alma la luz atardece
respira por última vez
todo lo que te dieron
y ámalo también hasta su último resplandor.
Javier Lostalé
La memoria
Olvida tu memoria entre los días
porque el momento hermoso que recuerdas
te sume en una luz de oscuridades
al comprobar lo que el futuro encierra.
El que está sin memoria es el perfecto
conocedor al fin de su existencia,
él ha sabido como son los sueños
indescifrables en la noche eterna.
Ha interpuesto a los Dioses maleficios,
hizo conjuros al conocimiento
para mirarse oscuro en el espejo.
Y si se dice que la vida es sueño...
¿Para qué iba a saber lo que era el tiempo
tortuoso de su vida y sus misterios?
José Luis de la Vega
De cerca vivo sin beber,
el agua se va evaporando.
Mañana ya no quedará nada
y repito “mañana”
porque es el pasado
del último amor, éste.
(Puertas del mar).
Te he hecho una pregunta.
Ana Muñoz