Fundacion Alambique para la Poesía

TRES POETAS DE SALTA (ARGENTINA)

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Tres poetas de Salta (Argentina)

 

 


La provincia de Salta pertenece, geográficamente, al noroeste argentino. Es una región con mucha historia en sus espaldas y con una personalidad avasallante que se manifiesta sobre todo en su cultura, que conserva lo propio pero también se instala en toda la geografía argentina. Tierra de cantores donde el folklore nacional ha hundido sus raíces para tocar la fibra más honda del sentir de un pueblo. Tierra de cantores y de poetas. Salta se ha caracterizado siempre por sus poetas. Imposible no recordar a Manuel J. Castilla, Juan Carlos Dávalos, Jaime Dávalos, Raúl Aráoz Anzoátegui, Jacobo Regen o Walter Adet, entre muchos otros.

 

El lector español conoce la labor y la poesía de dos poetas salteños que vivieron durante muchos años en suelo ibérico. Me refiero a Santiago Sylvester y a Leopoldo “Teuco” Castilla.

 

Los poetas que presentamos hoy, los tres de diferentes generaciones, son Darío Villalba, María Fernanda Agüero y Hugo Francisco Rivella.

 

Leandro Calle

 

 

 

 

 

 

 


Darío Villalba (Salta, 1975)

 

 

 

Poeta. Publicó entre otros libros: Lo que sé del fuego, Consideraciones y En Clave de Circo. Recibió diversas distinciones, entre las cuales cabe resaltar el Primer Premio en el Concurso Provincial organizado por la Unión Salteña de Escritores y el Primer Premio de Poesía para Autores Inéditos en el Concurso Provincial organizado por la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta en el año 2007.

Actualmente es Presidente de la Unión Salteña de Escritores de la Provincia de Salta.

 

 

 

La carretilla

 

Me contaban que la palabra entusiasmo proviene del griego:

significa tener un dios dentro de sí

Ella lo tiene

Es la única herramienta que tiene entusiasmo

Cuando se la nombra nomás

ya comienza a percibir uno algo cercano a la sonrisa

 

Si dan ganas de quedarse entre las sílabas

de decirla varias veces:

carretilla… carretilla

Porque la palabra carretilla tiene dedos

pero no para señalarla sino para acariciar el paladar

La palabra carretilla no cuenta un objeto: lo celebra

En su estructura musical la tercera sílaba actúa como punto de apoyo del acorde

orquestando lo que de lo contrario daría como resultado

un sonido asmático que rasparía la garganta

Carretilla… carretilla

 

Concluir la armonía en la vocal a es una genialidad melódica

ya que la a es la única vocal que permite frenar

el impulso acarreado en la segunda sílaba

y bajar un semitono para que no concluya la eufonía de manera tajante

sino que la deje abierta    sostenida como una niebla

Por medio de este sistema      uno

que al pronunciarla se ha mantenido en un estado próximo a la hipnosis

asienta los pies sobre la tierra y a la vez no

Por lo tanto el que dice carretilla canta

 

Cuánto regocijo al ver la sutileza

con que esta herramienta usa su forma para alcanzar tan alegre manifestación:

esa expresión comprimida del ofrecimiento continuo

en definitiva

su oficio de hermana

 

El que no entiende de qué estoy hablando sólo tiene que mirarla

Ella es toda su explicación

Y semejante compromiso no es gesto de su pose

Jamás se acostumbra a sus dimensiones

y en apacible posición aguarda cantidades mayores

de tierra             ladrillos              de lo que sea

aun sabiendo que su cavidad ya no puede reunir más:

como el amor hiere sus propios límites

 

Indudablemente tiene adentro un dios

La determinación excesiva con que compone su empuje

para ayudar al obrero en el traslado

 

Un desconocido vigor alarga los contornos de su aventura

 

Hay que decir también que la carretilla es sólo carretilla

No se pone en el lugar de la pala o del serrucho

No es como la pinza que a veces hace de martillo

o el mismo cuchillo que tantas veces hace de destornillador

La carretilla pone la totalidad de sus fuerzas en ser carretilla

Sabe muy bien lo que es y no sólo lo acepta

sino que además lo asume apasionada

¿Si se cansara de ser carretilla qué sería?

Seguramente sería un juguete para niños de 2 a 9 años

La veo en la obra de construcción mientras el albañil fuma un cigarrillo

sujetado por el atardecer

(El sol se queda un poco más

para que todos tengamos casa)

Dada vuelta y sobre una pila de ladrillos

la carretilla descansa llena de lo que es

No como el hombre que ahora ha dejado el cigarrillo

para volver a su casa

y está hecho de todo lo que le falta

 

 

La silla frente al mar

 

Hace tiempo otra silla fue vecina de ella

pero ya no está y frente al mar

ha quedado sola

Tiene la delicadeza de una durmiente

 

Yo veo la austeridad de sus partes erguirse

cuando en la abundancia de su alrededor

comienzan a aletear las sombras

y poco a poco va derrumbándose el griterío

 

En su obstinado esfuerzo por permanecer

de vez en cuando la brisa

le inventa pequeñas posibilidades de movimiento

 

La costumbre del persistir tal vez esté en los clavos

o en la intensa pasión de la madera

La parca silueta aguanta la severidad de la luz

el salto encrespado del agua

la constante formulación de la rutina

 

Pasan los años y sigue quedándose

aunque ya no esté en varias partes de su entramado

Igual       contenida en su saciada inmovilidad se queda

quizás porque sabe que no se puede corregir la ausencia

 

Por las noches   bajo la luna

a ras del agua una víbora plateada le murmura

La silla frente al mar parece preguntarse

cómo se mancha uno de azul

mientras serena

se queda sobre la orilla

aprendiendo lentamente el ahogo

 

 

 

 

La taza

Saciada en su entrega

inestable sobre la amenaza de caer

la observo:

da una vuelta

después otra

tambalea

Luego más vueltas como si no pudiera bajarse de una borrachera

Finalmente vuelca sobre el platillo

Se le desprende una gota de café y rodeada por la vibración de la caída

errática va rielando el impenetrable blanco del mantel

 

Lejos es detenida por un pliegue

En la ventana se agita el día:

parpadeos de luces sobre el vidrio son luciérnagas

y yo                       que últimamente soy viejo

apartado de toda intensidad demoro el brazo para levantar la taza:

mientras el platillo le recoge la sombra

se ha detenido

a la manera de todo aquello que alguna vez tuvo respiro

 

 

 

La escalera

 

Cuando niño

me paraba próximo a la modesta figura

y mis acciones quedaban sometidas

a lo irracional del vértigo:

de sólo mirar dónde terminaba la escalera

me parecía que la única razón mecánica de su utilidad

era llegar al cielo

pero a través de la tremenda caída

 

Me quedé en la opresión de mi falta de destreza trepadora:

únicamente veía en ella una adecuación a la fatalidad

un indicio de infortunio

 

Estancado en la intensidad del pánico

jamás fui capaz de fijarme en su disposición a la nobleza

ni me detuve

para confirmar el sólido control de sus partes

lo estrictamente consistente de cada uno de sus peldaños

que la acondicionaban para una simple cuestión práctica:

tolerar peso y tránsito

Aunque inabordable para mí

toda ella estaba consagrada a la ayuda

 

Nunca pude subir

Tengo el duelo de lo que jamás hice

(ese duelo es en mi cabeza una ciudad al mediodía:

bocinazos

gente llegando tarde

marchas de protestas

calles cortadas

asfixia)

 

Después de muchos años

hoy regresamos a la casa

Con acento satisfecho admiraban cosas triviales:

mis padres los repentinos colores                    las ampliaciones

mis hermanos comentaron sobre la cantidad de cambios

que le inyectaron presente a la fachada

Cuando entramos al patio

esperanzado en la tenacidad de la memoria

yo busqué la escalera

Ya no está:

en su lugar hay una ausencia

que nadie ve

 

 

La balanza

Hablo de la balanza clásica

la del signo de Libra

la de la justicia:

esa es la que prefiero

 

Hay en ella cierto aspecto

una actitud

hasta diría un tono justo para transmitir confianza

tiene alegría en eso de ir ajustándose a lo exacto

y también se puede ver en ella tristeza

cuando para lograr el equilibrio es necesario quitar un poco de mercadería

Además     entre ella y el almacenero hay un diálogo

una comunión que encierra no sólo una expectativa

un testimonio

sino una complicidad

Intentan alcanzar un entendimiento

De un lado un poco de harina y del otro

el juego de piezas con las medidas precisas

El cliente observa cómo va ordenándose la convivencia

Es testigo de la sinceridad repartida que es el acuerdo

mientras aguarda la resolución de lo que deberá abonar

 

seguro de recibir la yapa

 

Yo desconfío de la balanza digital

Su incapacidad para el intercambio

tanta indiferencia

¿la frialdad de lo expuesto en la pantalla de dónde viene?

¿de qué misteriosa conexión surge como una mágica respuesta?

¿otorgará el verdadero peso de las cosas?

¿hay exactitud en lo que dice?

¿dice algo?

 

Sin embargo es lo que necesito:

exactitud y un poco de frialdad para poder decir estoy triste

sin decir estoy triste

sin hacer lágrimas

 

 


 

Fernanda Agüero (Salta, Capital)

 

 

Escritora. Licenciada en Artes, fotógrafa y gestora cultural.

Publicó: Durante la lluvia (cuentos), Obsesión de los viernes (cuentos), Entre la cruz y el barro (poesía) y Eva decidió seguir hablando (Antología de poetas), entre otras publicaciones. Recibió numerosos premios, entre los que se encuentran el Premio Nacional de la Sociedad de Escritores para el género cuento en 1997 y el Primer Premio de Poesía de la Secretaría de Cultura de Salta en 2014.

 

 

 

1-En este cuerpo estuvo Eva

 

en este cuerpo estuvo Eva

bebiendo los tragos absurdos de su soledad

imaginando

que no hay alambres de púas

en mi cuello

ni cepos en los pies

 

mariposa de trapo

ala frágil

abrazo en la noche

 

me vuelve caminante su voz libertaria

arropa la infancia en un pueblo lejano

besa las huellas

el barro

el aire que ventila mi sangre

cuando la pienso

con sus pies sin dios sobre la tierra

 

en un rincón de mí

ella ha tejido una cruz que parpadea

 

 

 

2-Debo aceptar las clasificaciones

 

debo aceptar las clasificaciones

y cada ítem cargado de rigor beato

admitir por ejemplo

que en aquel costado del mundo

anidan las mujeres convenientes

que del otro costado

entre sus faldas tremolantes

transitan mujeres inconclusas

suscribirme a las adjetivaciones

pajarita silvestre

paso sutil sobre un mar en calma

y en la vereda que emerge

un ave hiperbólica despliega su libertad

su canto añil y contrapuesto

 

desbarranco las definiciones

inconclusa

cruzo un cielo ocupado por murciélagos

3-A la deriva

 

a la deriva
a destajo
a contramarcha
el olvido navega a contramarcha
en la lluvia de sus ojos
anudados


partiendo de a pedazos
su corazón 
en tanto
se queda en el espejo
del que es parte en cada verso
cuando la abraza
y acurruca sus noches despacito
dice que el olvido
los olvida
que muere y los amarra

en el puerto estrujado de un pañuelo

 

la noche es el gesto de dios en la penumbra

 

4-Yo

 

yo

mientras tanto

deshojo margaritas

y la lluvia que no deja de caer

ni en mis márgenes

ni en los ojos de los amantes

y si no llueve

el viento me sopla el alma

me arremolina en este precipicio

en donde una gota de tu tempestad

 

podría lanzarme al vacío

5-Seguirá preguntando

 

seguirá preguntando

el por qué de sus pasos en la calle

mientras su mano

la lluvia

el perro husmeando moribundo

y el perfil de un beso sobre el agua

sean levemente esa urdimbre

que guarda en sus adentros

 

pañuelito de azahar entre sus pechos

 

por si desmaya

 

 

6-Cuando zurce las hendijas de su alma

 

cuando zurce las hendijas de su alma

ella espera

espera

todavía espera

el roce ciego de ese viento inesperado

que trae el amor

 

 

7-Un millón de monedas gastadas en la muerte

 

un millón de monedas gastadas en la muerte

cien mil solitarios sobre la faz de la tierra

ciento cincuenta tifones triturando los sueños

cuarenta eremitas buscando la paz del desierto

veinte infames sobándose la piel

y las pezuñas

cinco gramos de oro en la mano de la esposa

dos adioses en el tren que fuga a la añoranza

una plaza cualquiera

un pájaro en el nido

el crepúsculo
que no resiste logaritmos
devora al infinito

8-Con los zapatos metidos en el agua

 

con los zapatos metidos en el agua

y el alma salpicada

camina la mujer a contramano

derrapa su niñez

en la ronca voz de Barbazul

que le dibuja esperpentos

soles violáceos

muñequitas de pan y un cuchillo de plata

 

los charcos la sumergen

desangra la vida en su entrepierna

cuando asoma la intemperie

 

camina corre estalla

un lobo

un dromedario

un unicornio

Arión mezclando las palabras

anudan sus pies

esparcen sus estrellas en el lodo

 

en una tarde de lluvia

en una lluvia

cabe una mujer con su desesperanza

 

 

 

 

9-Salve, salve

 

salve salve

reina de la telaraña

salvoconducto para cruzar las tinieblas

en las que sumerjo el corazón

a cada instante

 

por el sendero de la bienaventuranza

rueda mi pie

mientras el otro

camina por los límites

de un universo escapulario

avanza en su rayuela

saltando de a pedazos

rezando sin la rima de los cielos

temiendo la caída

grieta de un sol en el escarnio

 

salve reina

deja mis pies huir a los confines

porque al final

 

la misma cruz nos mortifica

 

 

 

 

10-Dibujas una flor sobre el espanto

 

dibujas una flor sobre el espanto

un hombre en el espejo

y el converso que anuda su lengua en el patíbulo

 

hilan sus ojos cerrados

el oráculo

escapan sus pies de las bulas y los santos

sobre el perdón y la condena

ya fue escrita la última alabanza en los negros pasillos del sepulcro

con dos de veo y con cinco de encanto

vas pariendo la luna

bruja

hechicera

cópula infinita

piel de serpiente

marca oscura en el corazón de Torquemada

emancipas el fuego

liberas tus enaguas

en el carrousel de Castilla gira un enjambre

 

con dos de veo y con cinco de encanto

apagas la tortura

dibujas una flor sobre el espanto

 

 

 


 

Hugo Francisco Rivella (Rosario de la Frontera, Salta, 1948)

 

 

Poeta y músico. Entre sus numerosas publicaciones cabe citar: Caballos en la Lluvia, Alción, 2003; Zona de Otros Días,Cultura, Salta, 2007; Agua de Mis Manos, Córdoba, 1995; Yo, el Toro, Alción, 2008; Centro de Tormentas, Salta, 2010; PUTAS (la cacería del ángel), Alción, 2011; Ojo astillado, Alción, 2013; Piedra del Ángel, UNAMex, México, 2012; Espinas en los ojos, Ecuador, 2014 y Antología personal, México, 2014.

Recibió numerosas distinciones, entre ellas: Primer Premio de Poesía en el Tercer Certamen Hispanoamericano, Juegos Florales Centroamericanos y de Panamá, Quetzaltenango, Guatemala, año 1985; Primer Premio de Poesía en el IV Certamen Internacional de Poesía “El Verso Digital”, Jaén, Andalucía, España, 2009;  Primer Premio de Poesía en el VIII Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma y Alba, Nava de la Asunción, España, 2010; y el Primer Premio de Poesía en el Certamen Internacional Gilberto Owen Estrada, México, 2011.

 

 

 

 

La casa está sola

La casa está sola.

La sombra del aguaribay se destroza en el patio

en donde lo que fue surca las horas

poniendo telarañas      agujas de tristura

dientes postizos riendo de la espera,

silencios.

Todos los días asomo por el tapial para ver jugar en el olvido

a los niños

que la tisis consumió en sus muros.

 

Me pregunto adentro.

 

El adiós como una cuerda trenzada rodea la casa que respira

entre estertores que suben

y colores que bajan.

El tiempo se ha endurecido en la piedra

y quemando mis ropas trasmuta los días en un abismo colosal.

Creo ver en la cocina la olla de hierro,

memoria inerte de rondas y de espanto,

cuentos que van y vienen por las paredes

y a cincel y secretos esculpen mensajes de otras horas,

edades de llantos polvorientas.

 

La casa huye de mí que ya no existo.

Soneto en círculo

 

Estás como dormida, mas no es cierto

huele toda la casa a desamparo,

hay llagas en el pan y no hay reparo

para este corazón que está desierto.

 

Del nombre que me llaman no me acuerdo,

no pertenece al hombre que camina

indeciso y que casi ni se anima

a desclavar los ojos del recuerdo.

 

El patio es una hoja de cuaderno

que amarillento vuelve a mi memoria

como a la rama una hoja en el invierno

 

de un árbol viejo soy claro reflejo

mi destino no tiene escapatoria

la muerte me ha atrapado en un espejo.

 

 

Mi madre con los caballos

 

a Hilda y Margarita

 

Mi madre ha salido al patio a juntar caracoles,

en la higuera,

con la leche que pende del tallo de los higos,

alimenta su infancia.

Corre como una niña por las enredaderas,

las hortensias.

El mandarino estalla en frutas amarillas

y el ají se disuelve en sus manos como el brillo del agua.

 

El cielo se desgarra.

La mañana se pierde por la lluvia.

En el patio de nuevo los caballos

y el metal de sus crines relucientes.

 

Mi madre se acurruca en una lágrima

Los libros muerden el corazón del que los lee

 

Los libros muerden el corazón del que los lee.

Le meten en el cráneo clepsidras y luciérnagas, asesinos,

desiertos y mares trajinados,

piratas con barcos al asalto, trenes,

putas de terciopelo que beben a sorbos su destino.

Pasajeros sospechosos,

curas homosexuales y banqueros caínes, abogados corruptos,

niños que mueren sin haber recorrido el horizonte,

amores imposibles y de los otros.

La luna puntiaguda en el tejado como un volcán en gajos estallando.

 

Los libros están vivos como el ojo.

Vigilan en el hombre sus arterias cansadas.

Les ponen en el sexo diamantes que se extinguen si la codicia sopla sobre sus corazones.


Los libros guardan símbolos. Señales en la roca.

 

Hurgan la sangre del que está caído

y lo levantan.

Distracciones

Yo le decía a mi madre que el otoño tardaría en llegar,

que en los espejos su nombre era una luz infinita

y la sombra del patio,

un ojo de leopardo.

 

Escribí este poema mientras los aqueos saqueaban Troya

y Pizarro torturaba a Atahualpa.

 

Un puñal me buscaba en los restos del hombre que soñaba.

 

Me distrajo la luna,

las esquirlas del dolor del muerto,

la nieve sollozando en los halcones

 

y el perfume de tu pelo suelto.

El amor

Que pase como un viento o un tropel de caballos,

pero que pase, ay sí, que pase pronto,

que venga con las siete plagas de la Biblia o con los soles negros del Chilam.

Que haya un toro bufando en tus enaguas y sea un tifón de furia arrasando palmeras, derribando edificios,

que vuelen por el aire los bancos de Manhattan y la Bolsa haga un crack en Malasia y en Tokio.
Que al Louvre le roben los cuadros de Gauguin,

que a Siqueiros le lluevan los murales,

que se derrita Groenlandia y se indigeste el Papa con murciélagos.

Que nada quede en pie, ni siquiera la cama donde pienso quererte,

amarte,

desguasarme,

sacarme los tornillos que tengo en la cabeza y ponerme a rodar tan mudamente que el silencio atrase mi reloj

y un pétalo haga ruido en el poema que escribo tontamente.

Que me llegue el amor a refucilos antes de que me haga trizas tu recuerdo.

 

 

 

Yo, el toro en Nueva York

a Federico García Lorca

Yo, el Toro en Nueva York,

soy un poema con calles atestadas de caballos y torres que se entrevén cayendo, la muerte en el camino de los niños con hambre y el sol que discrimina con su guante de frío, el negro que en el hijo hace huecos de yeso y en la sepultura se levanta dormido.

En Harlem, ya no hay ciegos que descuelguen campanas, ni muertos en la fosa del trigo,

la guillotina cuelga sobre la palabra y amenaza a los ríos, al mar,

la sombra que se crispa en el puño del miedo,

la zíngara que invade a ritmo de tambores, de palmas, de polleras que se abren como pétalos

y Yo,

Toro y peligro,

peligro y Libertad,

romance que en la flor reverdece, canta, grita, se bebe a la galaxia, le susurra al oído obscenidades, se acurruca en la llama de tu mano

y escribe el testimonio de la rosa y la luna.

 

Yo, el Toro,

el poeta,

su corazón de pez me va soñando

 
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