Fundacion Alambique para la Poesía

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Algas

¿Cobrizos, negros, blancos, amarillos

venimos de las algas primordiales?

¿Y las algas, de quién? ¿De Dios? ¿Del caos?

¿Y volvemos a dónde? ¿A Dios? ¿Al caos?

Para dormir, nos presta fuego el sol,

para velar nos presta, el cielo, sombra.

Temo, a la vez, el despertar y el sueño.


Impasible

... impasible a fuer de espiritual…

Ireneo

Ser impasible a fuer de espiritual

es propio solo a Dios, pues cuanto vive

tiene sentidos, nervios, energías.

¿Serán dioses las piedras, o será

de piedra, Dios, a fuer de ser espíritu?


Dualidad

Espirituales y hartos de materia

somos ambiguos, somos nada y todo.

En el manejo de la extraña máquina

la carne viva ofrenda la substancia

y el ánimo sutil cuida la Idea.


Monteverdi

Revestida en iglesia, la caverna

devuelve al cielo el eco de sus voces

volcadas en la Tierra. Monteverdi

halló la clave con la cual Orfeo

hizo danzar los dioses y los astros.


Tíbet

Jinete soy de un asno imperturbable

en los valles sin fin, yertos de frío.

Molinetes de harapos revolean

sometidos al viento que los cura

con hilachas de nubes, sal de lagos,

granos de sol, añicos de montañas.

Las rapaces vacilan en el aire

y la inmovilidad se vuelve sueño.

Hacerse el muerto es el mejor Nirvana.


Romanticismo

La abadía en la floresta

Óleo de Caspar David Friedrich

El cielo irradia la blancura

mientras la sombra se apodera

de la floresta moribunda.

Cabe al portal, guardián de ruinas,

ramas de robles gesticulan.

Los abades sin abadía

peregrinan, no llegan nunca

y atraviesan el horizonte

encandilados por la luna.


Insomnio

Absorto en el incendio del insomnio

adivino lo eterno: lo conozco

pues se parece a cada noche oscura.

Cuando fuere otra cosa, no protesto.


Trinidad

Indiferentes dioses diferentes

dieron al fin en solo un Dios. Los griegos

con lo profuso hicieron lo más simple

y más audaz: la Trinidad del único.

De los antiguos mitos quedó el Logos

y el pagano sabor de sus leyendas

se diluyó en la sangre de los santos.

Así alternan los siglos: cada vez

forja, la nueva fe, nuevos eones.


Cuadrante

Hice un reloj de sol para medir

cuántos pasos mi sombra se adelanta

mientras mi cuerpo duerme o queda oculto.

Añadí nubes, nieblas y penumbras

mas no supo el cuadrante ser veraz:

al calcular la suma de mis años

no comprendió ni el antes ni el después.

Viena


Instante

Un amago de nubes a lo lejos.

La mitad gris y blanca de la luna

se suspende sin hilo en un azul

y cristalino que parece

no tener fin ni presentir la noche.

Es la tarde perfecta. Se diría

que todo ha de seguir, intacto, así.

Jardín de María Teresa

Viena


Conversión

Cuadro de El Parmesano (1528)

La tempestad, el cielo enceguecido,

la montura que salta, corcovea

y cuando estalla el fuego entre sus patas

rompe la silla y da su crin al viento.

Abre, al caer, los brazos el jinete

y se desploma con la mano en alto.

En el camino de Damasco, Pablo

pide, ya no vivir, sino la Vida.

Viena


Reflejos

Reflejo, el mar, reflejos sus estelas,

reflejos las pirámides de cantos,

reflejo, el cielo pálido, reflejos

los retazos de luz en los cañones

y en las hojas del álamo plateado.

Reflejo de la Idea, las ideas,

reflejo del sinfín es el instante

que separa la vida de la muerte.


Ronda

Millones de universos

ruedan, cambian de sitio

y fundan otros cielos.

Las estrellas del mío

toman viejos senderos

que son siempre los mismos.

Quisiera, mas no puedo

conocer el camino

hacia el orbe primero.


Cronos

... el tiempo gris y lento...

Oscar Wilde

Ni gris ni lento, rojo

como son las encías de las fieras,

veloz cual huracán loco de rabia.

Porque nació caníbal y medroso,

ávido de vivir, es inocente:

devora y mata por naturaleza

en busca, también él, de su reposo.


Hiperboreal

Noruega, polo norte, mar cuajado,

fiordos azules y praderas verdes,

perpetuo sol —azote de los pájaros—,

petróleo negro cual los cachalotes,

pinos rotos untados de pintura,

palacios de cristal, peces sin fondo...

Salta el grito de Munch, tumba y retumba:

«¡Paraíso tedioso de la nieve!»


Cabos sueltos

Al juntar cabos sueltos

resbalan de la mano

tantos hilos resecos

que no forman puñado.

Son propiedad del Tiempo

mis poderes de antaño:

aunque tienda los dedos

ya no puedo anudarlos.


Delicias

Escuela de El Bosco

Jinetes de su pez, surcan el mar

el arponero, su copiosa cesta

y la mujer, con largas faldas rojas.

Próspero viento hace flotar su velo.

Y boga la galera: San Antonio

reza nadando sobre un sapo alado.

Un agua verdemar caliginosa

es el vivero de las tentaciones

que llevaba sumidas en el alma:

su pesadilla entraña su escarmiento.


Sorpresa

Para Yves Roullière

Apetece vivir aunque dormido.

Apetece vivir si el sol reluce.

Apetece vivir si el mar castiga.

Apetece vivir alto en el monte.

Apetece vivir junto a los nimbos.

Apetece vivir a ras de tierra.

Apetece quedarse pensativo.

¿Y si fuere la nada tan sabrosa?


Flor de invierno

Melancolía: flor de invierno.

Melancolía de calavera.

Melancolía de alma perdida.

¡Torvo poeta! Sólo te queda

volverte loco, volverte sabio,

cambiar de cuero, tirarte a tierra

y acomodarte con las espinas.


Patagonia

Última Esperanza[1]

¡Tantos picos de mármol!

¡Catedrales heladas

—ramas de guillotinas

que desgarran el cielo—!

¡Tajos en las montañas

por el viento roídas!

Los petreles contemplan

los leones de mar.

La belleza salvaje

del mundo es otro mundo:

en Última Esperanza

se inventa el más allá.


Sonámbulo

Mañana me resuelvo

a caminar dormido

entre cactos y rosas

con rumbo al paraíso.

¿Lejos irá mi sueño?

¿Despertaré maldito

o con halo de santo?

Sucederá lo mismo:

en no importa qué trance

va el insomnio conmigo.


Bruma

Fiel a mi Dios interior

camino sin saber dónde

en la viña del Señor.

Quien más vive más esconde:

todo se vuelve temblor

y el cuerpo sólo responde

a los nervios del dolor.

... Lo demás se va en espuma

como en los mares, la bruma.


Autorretrato

Tan viejo soy que la implacable luz

brillando en el espejo me condena.

Pergamino de arrugas es el rostro;

los hilos blancos de las cejas juegan

con la frente pasmada entre las sienes.

El cabello teñido de negrura,

los labios hartos ya de hacerme muecas,

los ojos fatigados por la luna,

el mentón imperioso sin imperio:

si yo fuera Durero, pediría

un modelo más guapo, más jugoso,

que no tenga un pescuezo de gallina.


Ladakh

Tallados por guadañas incisivas

palimpsestos de laja son sus rostros:

los viejos monjes de Ladakh persiguen

el absoluto cero de la Nada.

No lo hallarán: entrados en el tiempo,

el ciclo de la vida permanece

y se incorpora en el Nirvana mismo.

Sólo el no haber nacido es inefable.


Marzo

Un mar sin luz; la Tierra todo gris.

Marzo devora chispas y colores.

Si tuvieran memoria las libélulas

ni abrirían sus alas tan temprano.

Mientras la luna impávida se ampare

tras los húmedos huecos del espacio

quedará poco sitio para el vuelo:

mejor hilar sueños de mariposa

hasta que, al retornar, la primavera

desenlace los rayos y las lluvias.


R.

Trasto inútil propuesto al desamparo

Ricardo ha muerto y yo con él me fui.

En su violín trajo perdidas músicas:

de vez en vez un árbol en la Tierra

oye sonar el arco. Entre las ramas

las hojas pensativas lo acompañan.


Escena

Es otoño en verano; las magnolias

coronadas de blanco desafían

las taciturnas lágrimas del cielo.

El viento gris silba de rabia, gime

y hace cantar los árboles cual címbalos

que desgarran el aire. Luego llegan

las pausas, los silencios, el desmayo.

Y pasa lentamente el tiempo rápido.


Magia

La magia nos rodea: la del cielo

hacedor de colores; la del mar

cuyo vaivén fecunda las arenas;

la de la noche ardiente de chispazos;

la del cinabrio trasmutado en oro;

la de la Naturaleza, toda piedra,

la de la vida, puro movimiento.

¿Magia tendrá, la eternidad desierta?


Alba

En el alba indecisa, somnolienta,

el sol trama las formas de otro día.

Está vivo el vacío: mil figuras

prestan al cielo un aire siempre nuevo;

arabescos barrocos, rayas blancas

tropiezan con las alas de los pájaros.

Hecha para el trabajo de los ángeles

la rumbosa mañana oculta el fondo:

al abrirse a la noche el horizonte

se ve cundir la guerra de los astros.




Ímpetu

Sin peso y sin mensura, una entelequia

no percibe la vida ni la muerte.

Es el perfecto estado. Pese a ello

—más tenaz que la inercia del espacio—

un ímpetu de ser puebla el vacío.

Y nacieron criaturas. Y finaron.

¡Efímero homenaje al Universo!


Universo

Algo ha sido creado con la Nada:

de Dios, sólo es visible el Universo.

Y cuando llega el tiempo del olvido

no se olvida el olvido, mas el tiempo.


El púlsar

Estrellas hay sin luz: al derrumbarse

han perdido sus ondas de colores.

El violado, el azul, el rojo, el verde,

el naranja y su gualdo desvaído

se funden, moribundos, en el negro:

así el púlsar palpita y agoniza.


Espacio

En el espacio, Dios agencia

bellas mansiones de arquitecto

y la basura de los astros.

Ese poliedro es imperfecto:

tan vastos cosmos no le alcanzan.

A la verdad, dado el aspecto

del Universo que nos ciñe

mejor usar otro proyecto

menos pasmoso y más cortés.


Tabla rasa

Es necesario visitar el cielo,

decretar el exilio de la Tierra

y confiarles las llaves a los monos.

Estos saben usar la tabla rasa,

promueven el espíritu maligno,

ciegan la luz del sol, hunden los mares.

Avistado de lejos y de arriba

es, el planeta, emporio de bacilos.

¿Quién quisiere limpiarlo? Acaso Dios.

Pero tal vez él mismo dudaría.


Grito

Grito de guerra, grito de placer,

grito de furia, grito de dolor,

grito despavorido por el miedo,

grito de rendición, grito de triunfo,

grito del elefante y del felino:

en el vasto arsenal de la Natura

cada animal anuncia su presencia

sin fraude y con sus armas. Lo fingido

ha de guardarse en prenda para el hombre

—único camaleón que llora y grita—.


Desengaño

Si fuera Dios tan sólo una ilusión

y aparato sin dueño el Universo,

queda, como consuelo, el desengaño

al precio de probar en otro caos

un tiempo y un espacio sin embustes.


Rumor

Los rumores alegran la mañana.

Envueltos en la luz vibran los árboles

cautivos de las ramas y los pájaros;

las serpientes resbalan, los insectos

saltan, zumban, se arrastran en sordina;

las rapaces proceden sigilosas.

Sólo el género humano inventa estruendos

y se deleita con la barahúnda.


Estrategia

Estrategia de Cronos: ir de prisa,

trasparente, sin forma, ineluctable.

Las cuánticas partículas huidizas

no pueden retenerle: son la Idea.

Y su materia, no la presta el tiempo

salvo a sí mismo, a caza de otro cosmos.


Silencio

Un silencio de vida nos rodea.

Calla la brisa, callan los vergeles.

Callan los meteoritos y el océano.

Callan los cuervos, callan los volcanes.

Pierde la voz el antropopiteco,

enmudecen los truenos y los rayos.

¡Un minuto sin ruido: Paraíso!


Tortuga

Este animal sale de su capucha

—filosófico es— y se maneja

con la pericia que le dan los siglos.

Entre un baño de sol y otro de océano

se menea, discurre, alza los párpados:

tanto le va la luz como la noche.

Al afinar las cuentas se descubre

cuán ecuánime fue su veredicto.


Geometría

La redondez de la vida

tiene cuatro esquinas raras:

nací porque no sabía

y seguí, pues me cantaba;

me muero porque lo sé

y después no sé más nada.

¡Dar tantas vueltas inútiles

y, además, caro pagarlas!


Combates

De sus ardientes nichos

las estrellas espían

los tumbos de la Tierra.

Y sin una sonrisa

y sin hacer regalos

gasta el Tiempo sus días

asesinando soles.

Todo el cielo es herida:

donde gobierna el hierro

no hay rosas ni poesía.


Alaska

Presa, como rehén, de los glaciares

Alaska trasparece y reverbera.

En las alturas de un azul sin tacha

se fabrican también los rojos rayos

que pintarán las bocas de los peces

y nutrirán la sangre de los osos.

En este reino de la fuerza pura,

cuando el aire se hiela, las orquídeas

clausuran sus corolas ateridas.

Pero al arbitrio de la primavera

pastan los animales en el verde,

juegan y cazan, matan y sucumben.

En la llave de sol van al unísono

las hierbas, el insecto, el caribú.


Astucia

El sueño me protege

de morirme dormido

porque mi Parca entiende

capturarme despierto.

¿Y si quiere y no puede

aplicarme su amaño?

En mí todo se duerme

desde que pienso en ella.

Y pienso en ella, siempre...


Flechas

Saltan las flechas, saltan las agujas,

del carcaj, del reloj, de las campanas.

Buscan el mismo blanco: lo pasado,

trillan, por el espacio, lo futuro.

El caníbal Saturno las conduce

y las recoge Sísifo, el voraz.


Lutz

Para vencer la fuerza de lo inerte

Lutz el demiurgo hace vibrar la piedra

y prepara el incendio de los bronces.

Viene luego el trabajo de las formas

y cuanto infunde en ellas el espíritu:

el dolor, la tragedia, la esperanza,

lo real, lo invisible, lo soñado.

La escultura que Lutz inventa y forja

trae consigo el ímpetu de vida

y cumple su destino: la belleza.


Rubís

Los rubís los más rojos

viven del corazón:

su luz brota del fondo

y no la quiebra el sol.

Es de cristal su acero

ganga de cobre y zinc:

para mostrarse al cielo

va de rosa el rubí.

Ni la Tierra vencida

por la traición del tiempo

ni la noche infinita

extinguirán su fuego.


Nocturna zoología

Desaparece del cielo el sol sombrío.

Las tinieblas dirigen las visitas

y cada cual muestra su pasaporte.

Por los hijos del mar, Neptuno vela;

en nombre de Minerva, vela el búho;

Selene da su luz a los cegatos.

Y aprieta ya la noche: los murciélagos

alertan el radar de los obscuros.

Zafarrancho de ejército sin pérdidas:

a todos les deleita ser terrestres

y se apuntan guerreros o románticos.

A su breve infinito falta el alma:

su solo confesor es la Natura

sorda, como sus rocas, a la vida.


Mar guerrero

El mar retórico, suntuoso,

canta la música perfecta.

El mar estalla en las cavernas

el mar desborda de la Tierra

el mar retiene el sol celeste

el mar retumba en lo infinito.


La caza

Con espejos de vidrio diamantino

entablaron la caza los astrónomos.

¡Pobre de Dios, si sale descubierto!

Mas erraron la pista y el culpable:

ni el espacio, ni el tiempo, ni los pozos,

ni las luces de Pléyades extintas

se deben a la mano del Señor.

A fuerza de cegar sus propios ojos

los gigantes plantados en los picos

no miraron la firma: es la del Diablo.


Estrella

En paz sigo las huellas

perdidas en los cielos

y escucho la carrera

silenciosa del mar.

El vértigo del aire

reconoce la estrella

que me lleva consigo

para la eternidad.

4 de noviembre de 2007


82

Oculto tras el poso

que mis ojos vigilan

surge una luz dorada

que protege al olvido.

El tiempo, con su flecha,

a las nubes se rinde.

4 de noviembre de 2007



[1] Última Esperanza es el nombre del minúsculo caserío situado en el extremo sur de la Patagonia chilena.

 


© Arcos y flechas, Anne-Marie Paseyro-Supervielle, 2013

© del prólogo, Yves Roullière

© de la traducción del prólogo, Luis Valdesueiro

© de la presente edición, Fundación Alambique para la Poesía

 
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